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Un testimonio de la familia Liendo

Un testimonio de la familia Liendo

Caminaba rápido, seguramente con la cabeza a gachas, pensando que ya no había salida para su situación. El alcohol y la violencia habían hecho estragos en su familia y en ella misma, y en las vías del tren iba a encontrar el fin a todo ese dolor.

Sin embargo, no se imaginaba que alguien iba a interrumpir la decisión de terminar con su vida, porque, a pesar del terrible contexto en el que se encontraba, Dios tenía un propósito para ella y su familia.

Ya estaba en las vías, esperando únicamente que el tren pasara, cuando un hombre con una Biblia bajo el brazo se le acercó y le contó, sencillamente, cuánto la amaba Dios. Ese día, ella conoció a Jesús, su Señor y Salvador, quien transformó toda su familia.

Esta mujer era la abuela de Fabián Liendo, cantante de la reconocida banda Kyosko.

No conozco al hombre que llevó el evangelio a la familia Liendo, pero puedo deducir, por ejemplo, que pasaba tiempo con su Creador, y que era tan dependiente del Señor que permitía que este dirigiera (literalmente) sus pasos.

Este hombre, con un sencillo mensaje de esperanza, bendijo no solo esa familia sino también su descendencia y otros tantos que también recibieron, a través de Fabián y sus hermanos, el mensaje de salvación.

Miles fueron arrebatados de las tinieblas solamente (¿solamente?) porque una persona decidió ser sensible a la voz de Dios. Y tal vez nunca se haya enterado en vida cuántas personas pasaron de tinieblas a luz por ese mensaje de esperanza.

Mi “antitestimonio”

Este que voy a contar a continuación es un testimonio propio, o mejor dicho, un “antitestimonio”, de hace algunos años atrás.

En ese entonces, trabajaba en una editorial ubicada en Capital Federal (la de la entrevista que mencioné en el artículo “Mi [casi] último día”, ¿se acuerdan?).

Habíamos salido a comprar el almuerzo con mis compañeras, y para llegar hasta el local había que cruzar uno de los diques de Puerto Madero, por el que pasamos hablando y riéndonos.

Cuando volvimos a las oficinas, mientras almorzábamos, entró el que en ese momento era mi jefe con una noticia: “¿Vieron que se ahogó un tipo?”. Nos asomamos por la ventana, y efectivamente, algunos paramédicos estaban tratando de reanimar un cuerpo sin vida. Minutos más tarde, Prefectura armó la carpa negra indicando que alguien había muerto.

Me sentí mal. Yo había pasado por ese lugar hacía algunos minutos, riéndome, divertida, y a unos metros alguien estaba decidiendo si continuar su vida o no. La idea que se me cruzó en ese momento fue que Dios no me pudo tocar el hombro para avisarme que alguien cerca necesitaba ayuda. O tal vez sí lo hizo, pero yo estaba muy entretenida, muy distraída, muy fuera de sintonía…

Estamos en guerra

Hace algunas noches tuve un sueño que llamó un poco mi atención. Les pido un poco de paciencia para explicarlo porque…. vieron cómo son los sueños.

Bueno, fue algo así: nuestro país, que en general es deeeentro de todo pacífico, estaba ahora en guerra. Algunos amigos y conocidos míos habían sido reclutados como soldados, y los que también colaborábamos con este “ejército” estábamos en una especie de campamento, alertas porque podíamos recibir ataques en cualquier momento.

Aunque la situación social era compleja, algunos soldados estaban bastante relajados con el tema, tanto que se habían puesto a jugar a la pelota a la vista de todos, sin tener en cuenta que se estaban exponiendo abiertamente a los ataques del enemigo.

Yo los miraba de lejos y pensaba: ¿Qué hacen? ¡Estamos en guerra! ¿No se dan cuenta? ¡Estamos en guerra!

Hasta ahí el sueño. No pasaba mucho más que eso (en realidad sí, pero, como dije, ¡los sueños son complicados de explicar!).

Cuando me desperté, recordé lo que había soñado, y mientras me levantaba, pensaba: Estamos en guerra, pero muy distraídos.

El entretenimiento sano a veces no es tan sano

Las redes sociales, el estudio, el trabajo, los eventos y salidas, las comodidades e incluso muchas veces el mismo ministerio en el que servimos, si no estamos atentos, si no estamos enfocados, pueden ser mortales, no solo para nuestra vida espiritual sino también para los que nos rodean (también les recomiendo leer “Cómo ser una persona influyente”).

Estamos en una guerra espiritual constante. ¿Qué tan comprometidos estamos con este asunto? O, por el contrario, ¿qué tan entretenidos estamos?

Como en todo lo que escribo, por supuesto que estas preguntas son primeramente para mí misma.

Videos recomendados

Como también hice en el artículo anterior (Cómo es Dios + Testimonio Rodrigo Baez), les dejo dos videos relacionados con el tema.

El primero, una entrevista a Fabián Liendo, donde cuenta un poco el testimonio de su familia. Y el segundo, una prédica de Itiel Arroyo (lo voy a mencionar bastante en mi blog porque siempre me hace muy bien escucharlo), que habla también de cómo las redes sociales y la tecnología nos desenfocan de lo que Dios tiene preparado para nosotros.

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Un abrazo grande,

Marisol.

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