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Mi (casi) último día

Entrevista exitosa

Se acercaba mi cumpleaños y, como si fuera un regalo por adelantado, había conseguido trabajo en una editorial.

Volvía de la oficina en la que me habían entrevistado –que quedaba en Capital– contenta, emocionada. Era mi primer trabajo como correctora, y la ilusión de tener mi primera experiencia me llenaba el corazón de alegría.

Con un tapado abrigado, bufanda y guantes, cruzaba rápido la 9 de Julio, tratando de llegar cuanto antes a la estación de subte, aunque en realidad no tenía ningún apuro.

Estaba por cruzar uno de los últimos carriles, el de Metrobús, cuando me detuvo un semáforo en rojo. Todos frenamos automáticamente, y nadie atinaba a cruzar… Y me llamó la atención, porque esa última calle era muy angosta y aparentemente no venía nada.

Mi (casi) último día

Fue entonces cuando se me ocurrió la brillante idea de que podía cruzarla perfectamente, sin esperar a que el semáforo cambiara a verde. Y definitivamente esa idea de brillante tenía poco, porque cuando puse un pie en la calle, vi por el rabillo del ojo que un colectivo se me venía encima, en sentido contrario a como yo pensé que circulaban en ese tramo. Me tiré para atrás tan rápido como pude y tan, tan cerca me pasó el colectivo que hasta sentí que me rozó la rodilla.

Por algo la gente no cruzaba. Yo había mirado para el lado contrario.

Un hombre que estaba cerca mío, y que sí había respetado el semáforo, le gritó enojado al colectivero (en realidad, sin motivos) y después se dirigió a mí: “Y piba, vos tené más cuidado”. Yo temblaba y ya se me estaban por caer las lágrimas por el susto. Esa mañana fría que había empezado tan bien pudo haber terminado en una tragedia.

Avenida 9 de Julio – Capital Federal

Ese mismo día, a la tarde, salimos a merendar con Octavio, con quien en ese momento éramos todavía novios. Estábamos en una confitería de Banfield tomando un café con leche con medialunas y había en ese lugar una televisión donde estaban pasando el noticiero.

No suelo mirar las noticias, y menos iba a hacerlo en una salida con mi novio. Pero un titular me llamó notablemente la atención: “Muere mujer atropellada por un colectivo”. (Eh… no, no era yo).

Las noticias suelen ser amarillistas en general, ¿no? Pero yo no recordaba haber visto una así. De todas formas… ¿ver esa noticia el mismo día en que casi muero por lo mismo? Mucha casualidad.

Y con eso de que “casi muero” no exagero. Si yo ponía el pie sobre la calle un segundo antes del momento en que realmente lo hice… Si se me hubiese cruzado la idea solamente un segundo antes, hoy no estaría escribiendo esto. Así de cerca estuve.

¿Qué aprendí con eso?

No es que todo tenga que tener moraleja, pero creo que el casi accidente de la mañana y la noticia de la tarde no fueron casualidad.

Entonces, ¿qué aprendí ese día?

Primero, a respetar los semáforos.

Segundo, que la vida se puede terminar en cualquier momento y sin previo aviso. Y que para eso hay que estar listos, con las cuentas al día.

Y tercero, que la fecha y la hora las decide Dios. Que si vivimos con temor del Señor, podemos estar seguros de que no nos vamos a ir ni un segundo antes ni un segundo después de cuando él lo decida.

Y qué paz nos da saber eso.

***

Gracias, realmente gracias, a todos los que me apoyan con esta página. Recibo comentarios muy lindos y alentadores. Y espero poder ser un poquito de bendición para ustedes, así como lo son ustedes para mí.

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¡Abrazo grande!

Marisol

12 Comentarios

  • Carlos

    Asi es, a veces por una pequeña distracción se nos va la vida. A mi casi me pasa. Venia de cuidar a un Hno recien operado. Era temprano, estaba con sueño y al cruzar la avenida frente a la estación Constitución mire si venia algun vehiculo y al ver la calle libre, cruce. Casi me atropella un colectivo. Habia mirado para el lado contrario.

  • Albina

    Muy bueno, Mari! Qué paz nos da saber que nuestra vida está en manos del Señor! Y también, nos vienen bien esas situaciones que nos dejan pensando…Si Él decide llevarnos hoy,estamos al día con nuestro Creador??

    Gracias por tus escritos, te quiero cuña!

  • Xavi

    Esos carriles de metrobus son muy engañosos y de hecho tienen ahora unas flechas grandes en el piso para saber hacia donde mirar.
    Aún así sabemos que Dios tiene la última palabra sobre nuestras vidas, pero como diría Omar Gaitán “no se puede llegar al cielo sin un presente en nuestras manos”.

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