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Donde sea que Dios te haya plantado, florece

Hoy les comparto un texto que escribió mi hermano Javier. No hago mucho preámbulo para no ponerme sentimental, pero sí digo que es una de las personas que más influyó en mi vida, y quien me enderezó (con mucha ternura) cuando lo necesité.

Donde sea que Dios te haya plantado, florece

Muchas veces, a lo largo de nuestras vidas, vivimos momentos en los que no podemos elegir las circunstancias o el escenario que nos rodea. Fuimos de alguna manera “plantados” en un lugar, muchas veces incómodo, sin saber por qué.

Ese forzoso escenario puede ser el aislamiento que estamos viviendo, pero también puede ser una herida en el alma, un trabajo que tenemos que tolerar para vivir o una promesa que Dios se tarda en cumplir. Como sea, por más que lo intentemos y supliquemos, nuestra circunstancia no cambia. No pudimos elegir, pero ahí estamos, con nuestra realidad.

Pero tal vez no hayamos considerado todavía crecer y simplemente florecer ahí donde estamos.

En la Biblia encontramos la historia de José, un chico que siendo todavía muy pequeño fue vendido como esclavo por sus propios hermanos y fue llevado a un país lejano, a otra cultura y con un destino incierto, lejos de sus padres que lo amaban.

No había peor escenario posible para él, no había nada positivo para destacar de su situación, nadie de nosotros podría haberle dicho “todo va a salir bien”. Me imagino sus noches de llanto y angustia, una y otra vez pensando qué había hecho mal, o preguntándole a Dios por qué le había dado un destino tan singular.

Pero su historia nos demuestra que en algún momento José entendió que Dios estaba con él y que debía crecer.

Y tanto fue así, que su decisión absolutamente firme de amar a Dios y “florecer” en ese terreno lleno de espinas logró, entre muchas otras cosas, salvar a una nación entera y a las naciones vecinas de morir de hambre.

Muchas personas, incluso su propia familia, fueron favorecidas por una pequeña pero importante decisión: crecer en el peor de los lugares, en donde nadie quisiera estar.

Aun en las situaciones en las que preferiríamos no estar, Dios está presente, esperando que terminemos de solamente desear que nuestro presente cambie y que le digamos: “Aquí estoy, te ofrezco todo lo que soy, ¿qué quieres que haga?”.

Javier García

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Foto de portada de Denisse Leon en Unsplash

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