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Agradecidos… aunque a veces cueste

No sé ustedes, pero yo no soy la persona más agradecida del universo. De verdad. ¡Cómo me cuesta! Me centro tanto en las cosas malas que todo lo bueno queda oculto bajo esa manta de pesimismo. Ando trabajando mucho en eso porque sé que no es algo bueno (obviamente) y porque no me hace bien ni a mí ni a los que me rodean.

Hablaba con mi esposo, hace unos días, de lo difícil que es esto de estar en cuarentena, encerrados, frenados en un montón de proyectos que teníamos y nos entusiasmaban… Hablaba con este tono con el que estoy escribiendo: con nostalgia, con queja…

Sin embargo, él me interrumpió y sus palabras me hicieron bien: me dijo que me centrara en lo que tengo y que fuera agradecida por eso. y que disfrutara el hoy.

Por ahí esas palabras suenen ahora como un cliché, pero no lo fueron en el momento en que las dijo; realmente me hicieron pensar en mi actitud y en cómo estoy tomando todo esto que está pasando en el mundo que, queramos o no, pasa y lo estamos viviendo.

Bien, ¿y qué es lo que tengo ahora, cuáles son mis motivos para estar agradecida? Tengo una hija hermosa, un esposo que me ama, salud, un techo, proyectos, sueños, una familia de sangre y una familia espiritual que me contiene siempre que lo necesito… Y aun si no tuviera nada de eso, tengo un Dios que me ama aunque nadie más lo hiciera, y tengo vida…

No sé cuál es tu condición, pero te invito a hacer este ejercicio de mirar por encima de las dificultades y agradecer por todo lo que tenés hoy, que motivos no te van a faltar.

Un abrazo grande.

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