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Cómo pastorear el corazón de tu hijo, de Tedd Tripp

El libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo es una respuesta a mi oración: “Señor, dame sabiduría para criar a mis hijas”. Cuando digo (como tengo escrito en mi Instagram) que soy una “amante de los libros”, no quiero decir que viva leyendo (seguramente debería dedicarle mucho más tiempo a esto), pero sí soy amante del contenido de muchos de estos libros, contenido muy valioso que me aporta mucha sabiduría para crecer en distintas áreas de mi vida.

Por ejemplo, Dónde se fue el dinero, de Daniel González, me ayudó en el área financiera; Una vida con propósito, de Rick Warren, me ayudó a entender los planes de Dios con mi vida, entre otros…

Sin embargo, escribir sobre este libro, Cómo pastorear el corazón de tu hijo, es un desafío para mí. Primero, porque tiene contenido muy valioso y no quiero quedarme corta con su presentación (aunque seguramente lo haga). Segundo, porque en este tiempo en el que estuve ausentada del blog se sumaron dos nuevas integrantes a la familia: las gemelas Antonella y Catalina, y además de sentirme por supuesto agradecida y privilegiada de poder tener una familia tan linda, este cambio me trajo nuevos desafíos como mamá, nuevas dificultades, nuevas dudas y miedos.

Por eso, aclaro: si escribo sobre este libro es porque la que primero lo necesita soy yo.

La crianza es el trabajo más importante

Pienso que la crianza es una de las tareas más importantes. ¿Y por qué está tan desvalorizada?, ¿por qué cada vez menos mujeres tienen el deseo de ser mamá? Creo que los motivos son muchos, pero entiendo que esto se da principalmente por uno: criar hijos es difícil, exige mucho de uno mismo: tiempo, recursos económicos, paciencia (mucha paciencia) y mucho amor.

Pero, por sobre todas las cosas, la crianza nos desafía constantemente como personas, porque trae a la luz asuntos de nuestras vidas que tenemos que resolver: cuestiones de carácter, por ejemplo, o emocionales (resentimientos, falta de perdón, etc.).

Caminando con Lucecita

Todos deseamos que nuestros hijos se conviertan en personas íntegras, esforzadas, con éxito en la vida, con valores, semejantes a Jesús, sanas emocionalmente…, y a veces nosotros no somos (ni estamos dispuestos a ser) ni la mitad de lo que deseamos para ellos. Y en esta tarea de criar, uno confirma que lo que influye principalmente es lo que somos y no solo lo que decimos (de paso, te recomiendo leer: Cómo ser una persona influyente).

Espero que este artículo sobre Cómo pastorear el corazón de tu hijo pueda traer luz sobre este tema del que tanto se habla, pero muchas veces sin conocimiento y sin fundamento bíblico.

Cómo pastorear el corazón de tu hijo, de Tedd Tripp

El libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo se divide en dos partes: “Fundamentos para la crianza bíblica” y “La crianza en las diferentes etapas de la niñez”. Para no extenderme demasiado, en este post voy a hablar solo de algunos puntos en los que hace énfasis el autor en la primera parte del libro.

Objetivos de la crianza

La idea central de este libro está en su título: Cómo pastorear el corazón de tu hijo. Tedd hace un constante énfasis en corregir el corazón (lo interno) y no solo el comportamiento.

Como cristianos, sabemos que el objetivo de la crianza es llevar a nuestros hijos a los pies de Jesús. El autor destaca que no tenemos que centrarnos tanto en su comportamiento como sí en su corazón.

El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca”.

Lucas 6:45

Dice el autor: “Un cambio en la conducta que no proviene de un cambio en el corazón no es recomendable; es condenable. ¿No es esto la hipocresía que Jesús condenó en los fariseos?”.

Además, Tripp nos exhorta a tener un objetivo bíblico. Por ejemplo, si les enseñamos a nuestros hijos a usar sus habilidades, aptitudes, talento e inteligencia para que sus vidas sean mejores, sin referencia a Dios, los alejaremos de Dios. Si nuestros objetivos no son “glorificar a Dios y gozar de él por siempre”, les enseñaremos a nuestros hijos a funcionar en la cultura en términos de la misma.

Y este ejemplo me pareció muy práctico y cotidiano: “Muchas veces les damos cosas materiales y nos deleitamos con su deleite en las posesiones y, luego, esperamos que un día vean que una vida digna se encuentra solamente conociendo y sirviendo a Dios”.

¿Qué quiere decir con esto el autor? Yo entiendo que es primero nuestro corazón el que tiene que estar lleno de Jesús y nuestra mente renovada constantemente por su Palabra, para así poder guiarlos correctamente en el diario caminar, en las situaciones cotidianas.

Tenés autoridad dada por Dios

Creo que actualmente hay mucha confusión con el término “autoridad”. Se confunde “autoridad” con “autoritarismo”, y una cosa no tiene que ver con la otra. Los que somos padres tenemos autoridad, porque Dios nos llamó a ser una autoridad en la vida de nuestros hijos.

Ser padre significa trabajar en el nombre de Dios para dar dirección a nuestros hijos. Pero no debemos moldearlos como bien nos parezca, sino como agrada a Dios.

Mi esposo me contó una conversación que tuvo con mi hija de cuatro años, quien entendió a la perfección (al menos la teoría) de por qué tiene que obedecernos. Hablaban de un robo, y Luz preguntaba por qué había pasado eso. Mi esposo le explicaba que hay gente que no obedece a Dios, y que hace cosas malas.

—Por eso yo tengo que hacer caso a mamá y a papá —explicó Luz—, porque si no hago caso, estoy desobedeciendo a Dios. (¿Se nota que le machaqué la cabeza con esto?).

Exactamente de eso trata esto el ser autoridad. Es lo justo, lo que Dios dispuso.

Dice el autor: “Dios te llama a ejercer autoridad, no para lograr que tus hijos hagan lo que quieras, sino para ser un verdadero siervo, una autoridad que ofrece su vida. El propósito de tu autoridad en la vida de tus hijos no consiste en mantenerlos bajo tu poder, sino en fortalecerlos para que tengan dominio propio al vivir libremente bajo la autoridad de Dios”.

Experiencias formativas y orientación hacia Dios

La crianza no consiste solamente en proveer buenos estímulos ni en crear una atmósfera hogareña constructiva y una interacción positiva entre el niño y sus padres. Hay otra dimensión: el niño está interactuando con el Dios viviente.

Una de las tareas de ser padre es pastorear al niño como una criatura que adora, llevándolo a Aquel que es el único digno de su adoración.

Fragmento de Cómo pastorear el corazón de tu hijo, de Tedd Tripp

La historia de José muestra que sus influencias formativas (todo lo que vivió: la traición de sus hermanos, el ser esclavo en una tierra lejana, la prisión injusta…) lo transformaron, pero no determinaron su persona. Él decidió amar a Dios y obedecerlo, orientar su corazón hacia él.

Y Tripp destaca: “Debes ocuparte en pensar cómo vas a estructurar las experiencias formativas de la vida que se encuentren bajo tu control (…) y debes estar activamente pastoreando la orientación de tus hijos hacia Dios”.

Métodos bíblicos de crianza

Expresa el autor en la introducción del libro: “La única guía segura es la Biblia, la revelación de Dios, quien tiene un conocimiento infinito y, por lo tanto, te puede dar la verdad absoluta. Te presenta (…) todo lo que necesitas con el fin de ser equipado para la tarea de la crianza”.

La importancia de una buena comunicación

A las pocas semanas de nacidas las gemelas, habíamos frenado en el estacionamiento de un shopping para cambiar algunos regalitos que les habían hecho a las bebés. Mi esposo había bajado hacía algunos minutos del auto y mi hija mayor quería ir con él, y aunque le dije que se quedara conmigo, se escabulló, abrió una de las puertas y salió corriendo por el estacionamiento.

Gracias a Dios, mi esposo ya estaba volviendo al auto y la pudo agarrar, pero nos asustamos y enojamos mucho por el peligro al que se había expuesto por desobedecer.

Le pedí consejo a una amiga, la autora del libro Cuando fuimos tres, y ella me animó a que, cuando pasaran situaciones de ese estilo, hablara con mi hija sobre lo ocurrido no solamente en el momento (dicho mal y pronto: en caliente), sino en alguna situación común del día a día: en una merienda, o mientras caminamos, o cuando la acompaño al baño. Y comentar de manera sencilla el hecho. “¿Viste lo que pasó el otro día en el estacionamiento? Qué peligroso que fue, ¿no?”.

Eso fue lo que hice. Y creo que sirvió.

Fragmento de Cómo pastorear el corazón de tu hijo, de Tedd Tripp

Con una conversación sencilla, amena, pero cargada de amor e interés, podemos hacer mucho, y vamos a estar diciendo mucho más que lo que nuestras palabras expresen, porque al dedicarles tiempo les estamos demostrando que nos importan y que nos preocupa que sus vidas vayan por buen rumbo.

Cuando digo todo esto, tengo presente en mi mente una situación que viví hace muchos años con uno de mis hermanos, el autor del artículo “Donde sea que Dios te haya plantado, florece“.

Me gustaba el metal sinfónico, y escuchaba una banda que musicalmente sonaba muy bien, pero que sus letras dejaban mucho que desear. Ya en mi familia me habían dicho que no escuchara esa música, pero yo lo seguía haciendo.

Un día, mi hermano me dijo que quería conversar un ratito conmigo. Tenía un papel en la mano, era la letra de algunas de las canciones de este grupo traducidas por él. Me dijo, con mucho amor y preocupación: “¿Vos sabés lo que estás escuchando?”. Y me explicó lo que decían las letras. Seguido a eso, me pidió que tomara una decisión.

Desde ese día no volví a escuchar una sola canción de ese grupo.

¿Y la vara?

En cuanto a la vara, actualmente hay mucha confusión. Por ejemplo, recuerdo a la mamá de una amiga que después de golpear al hijo con la famosa “chancleta”, expresó: “Ay, me descargué. ¡Qué enojada que estaba!”.

Pero descargar la bronca o el enojo no es la función de la varita. Y por el mal uso que muchos le dan a esta herramienta, que es bíblica, creemos que siempre está mal. Pero la Biblia dice que el que no corrige a su hijo no lo ama.

“No corregir al hijo es no quererlo; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige“.

Proverbios 13:24

Otro punto que toca este autor, que me gustó y que quiero destacar, es que el uso de la vara no debe alejarnos de nuestros hijos, sino acercarnos. La disciplina no tiene que causar división entre padres e hijos, sino restauración de la relación.

Palabras finales sobre Cómo pastorear el corazón de tu hijo

Termino este artículo con este fragmento que me dio ánimo:

“Nuestra tarea es enseñar fielmente a nuestros hijos los caminos de Dios, pero es la tarea del Espíritu Santo obrar, a través de la Palabra de Dios, para cambiar sus corazones. Aun cuando el Espíritu los ilumina y trae a vida, esa vida es una de crecimiento progresivo. Lo que tus hijos necesitan es nutrición espiritual”.

Pienso también que tal vez en tu casa no hayas tenido el mejor ejemplo de cómo ser un buen padre o madre. Quizá naciste en una familia disfuncional, o con exceso de autoritarismo, maltrato, o tal vez con padres demasiado ocupados. Si creés que hay áreas en tu vida que necesitan ser sanadas, te recomiendo leer Sanos por la Palabra.

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¡Gracias por leer!

¿Piensan que este artículo fue completo? ¿Qué creen ustedes que es lo más importante en la crianza?¿Recomendarían algún otro libro sobre este tema? ¡Espero sus comentarios!

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