Una familia sana no se construye de un día para otro. Hay que pasar muchos procesos, muchos tratos del Señor (principalmente en lo personal, que después se ve reflejado en la relación familiar).
Como mujeres, tenemos muchísima influencia sobre el ambiente de nuestra casa. Por eso, hoy decidí escribir sobre algunas formas que tenemos de influenciar para bien sobre nuestra familia.
- 1. No compares a tu familia con otras
Qué difícil es esta época de redes sociales, en que conocemos “tanto” la vida del otro, pero a la vez tan poco, o tan disfrazado.
¿Te pasó de ver alguna foto y sentir que la vida de otros era perfecta? Su economía, su relación, sus hijos…
Sin embargo, si tuviste la oportunidad de conocer de cerca a alguna de estas familias tan “perfectas”, te habrás dado cuenta de que las fotos son solo fotos, y de que en todas las familias hay o hubo, en mayor o en menor medida, conflictos.

Por eso, qué importante es no idealizar otras realidades, entender que todos pasamos por situaciones complejas, y también pienso, qué bueno es ser transparentes y tener espacios en los que podamos abrirnos a otros con confianza para ser sanados.
- 2. No des lugar a cualquier pensamiento
Me gusta una frase que dice: “Los pensamientos se convierten en palabras; las palabras se convierten en acciones; las acciones se convierten en hábitos, y los hábitos se convierten en carácter”.
Por nuestra mente pueden pasar muchísimos pensamientos: buenos o malos, pero… ¿a cuáles les damos lugar? ¿Qué pensamientos dejamos que aniden en nuestra cabeza y empiecen poco a poco a corroer nuestra vida y la de nuestra familia?
Como dice Joyce Meyer, ¡piensa en qué estás pensando!
- 3. Orá por tu familia
La oración es una herramienta poderosa. Personalmente, fui testigo de oraciones que fueron guiadas por el Señor y trajeron sanidad a mi familia. No subestimes el poder de la oración.
En tu cuaderno, el que mencioné en El libro que no te puede faltar (¡decime que ya tenés el tuyo!) podés hacerte una lista de oración con las necesidades específicas de cada miembro de tu familia.
- 4. Buscá conocimiento que edifique a tu familia
¿Hay aspectos de la vida familiar que te cuestan? Pedí ayuda, informate. Muchas cuestiones se pueden resolver con la información correcta. En este blog vas a encontrar muchos libros que pueden ser de edificación para tu familia.

Te enumero los libros que estuve comentando hasta ahora, pero tengo muchos más en mente, que tienen contenido tan valioso que de ninguna forma pueden quedar fuera de este espacio.
Sobre economía familiar: ¿Dónde se fue el dinero?
Sobre crianza: Cómo pastorear el corazón de tu hijo.
Para niños: Santi vence a su gigante.
Sobre crecimiento personal: Una mujer conforme al corazón de Dios, Sanar para amar, Sanos por la Palabra, Una vida con propósito.
- 5. Rompete
Este es el último y el mejor consejo.
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12:23-24).
Al romperte, mostrás lo que hay dentro tuyo, y ese proceso muchas veces puede ser doloroso y hasta vergonzoso. Pero es la única forma en la que podés llevar vida a otros.
Es bueno recordar que cualquier cambio empieza siempre por uno mismo.

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¡Gracias por leer este artículo! ¿Sumarías algún otro consejo para tener una familia sana?
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