¿De qué manera te ves a vos mismo? ¿De qué manera pensás que te ve Dios? Te animo a leer este artículo hasta el final.
El libro Sidney y Norman nos cuenta la historia de dos cerditos que viven uno al lado del otro, pero que son muy distintos (y distantes) entre sí.
Por un lado, Norman es un cerdito cumplidor, esforzado y organizado. De chico, en el colegio siempre tuvo las mejores notas, y ahora en su trabajo también le va muy bien. Todo en su casa está impecable como también él siempre lo está.
“Norman creía que todos podían ser tan buenos como él, si tan solo intentaran esforzarse un poco más. Y se preguntaba por qué no lo hacían”.
Por otro lado, Sidney es un cerdito para el que todo pareciera ser un poco más difícil. Le cuesta cumplir con los horarios, tener la casa ordenada y estar prolijo.
“Sidney sabía que Dios lo estaba mirando y se imaginaba que incluso a Él lo había decepcionado mucho. Pero más que nada, Sidney se sentía defraudado de Sidney. ¿Por qué todo era tan difícil?”

Pero a pesar de no tener nada en común, un día ambos reciben la misma invitación: una cita para encontrarse con Dios.
Al leerlas, ambos tienen reacciones opuestas. Norman, el cerdito organizado y prolijo, se alegra de recibir esta invitación de Dios, y está seguro de que Dios lo va a premiar por ser un cerdito tan cumplidor y esforzado.
Sidney, en cambio, está seguro de que Dios está desilusionado con él, y que solo va a reprenderlo por sus malas decisiones y su forma de vivir tan desprolija.
El encuentro de Norman con Dios
Esa mañana, ambos se preparan con esmero para que, al presentarse delante de Dios, Él pueda llevarse una buena impresión de ellos.
Norman, seguro de sí mismo, es el primero en ir a la cita. Se acerca a la oficina con la cabeza en alto, preparado para recibir elogios de parte de Dios.
Pero al entrar, Dios le dice que tiene varias cosas que decirle. En primer lugar, le dice que lo ama. Norman no se sorprende. Pero Dios continúa: “Tu bondad no es la razón por la que te amo”.
Norman se sobresalta. ¿Por qué Dios le diría eso?

Y Dios le aclara: “Tú no eres tan bueno como te crees. Eres orgulloso. Eres egoísta. Y menosprecias a los demás simplemente porque a ellos les cuesta más trabajo hacer las cosas”.
Y continúa diciendo Dios, con el rostro entristecido: “Yo los amo a ellos tanto como te amo a ti. No menosprecies a los que yo amo”.
Al escuchar todas estas palabras, Norman sale corriendo a la calle, confundido. ¿Dios le había encontrado fallas a él? ¡Pero si era un cerdito bueno! Pero al notar cómo se sentía con respecto a los otros cerditos, Norman comprende que Dios tenía razón: él era egoísta y era orgulloso. Su pecado era el orgullo que sentía por su propia “bondad”.
Sonrojado y con los ojos llenos de lágrimas, vuelve a su casa.
El encuentro de Sidney con Dios
Sidney sale de su casa con un solo pensamiento: “Estoy perdido. Irremediablemente perdido”.
Se acerca a la oficina de Dios como cuando era niño y lo citaban desde la oficina del director del colegio.

Al llegar a la puerta de la oficina de Dios, traga saliva. Y cuando entra, Dios está detrás del escritorio.
“Primero que todo”, empezó Dios a hablarle, “yo te amo”.
La afirmación lo tomó por sorpresa y Sidney se sintió conmocionado.
“En segundo lugar”, Dios prosiguió con una voz más suave, “yo te amo”. Sidney dejó de apretar tanto su sombrero.
“Y en tercer lugar”, esta vez Él hizo una pausa y repitió muy cerca del cerdito, “yo te amo”.
La expresión que había en los ojos de Dios reconfortó a Sidney de pies a cabeza. “eso es lo que quería decirte”, le dijo Él mientras regresaba a su escritorio, todavía sonriente.
El saber cómo Dios nos ve nos cambia la forma de ver a otros
Este es un libro que realmente disfruto leerlo a mis hijas, aunque tal vez ellas aún no entiendan la profundidad de lo que el autor quiere transmitir con este cuento.
Pero lo que más me impacta de esta historia es cómo el entender quiénes somos delante de Dios, cómo nos ve él, no solo nos ubica en la realidad de quiénes somos, sino que nos acerca y ayuda a amar a los demás como él también los ama.

Transcribo dos párrafos de las últimas páginas para explicarme mejor:
“Al día siguiente, dos cerditos salieron de sus casas en una resplandeciente y refrescante mañana de octubre, y se miraron el uno al otro. El cerdito de la izquierda, que se llamaba Sidney y que ahora parecía un poco más alto, observó el impecable vestido y la corbata derecha y bien arreglada de su vecino. Y se sonrió.
El cerdito de la derecha, que se llamaba Norman y que se veía un poco menos ‘engreído’, observó la corbata torcida de su vecino y su cabello despeinado. Y se sonrió. Pero con una sonrisa no fingida, de esas que salen muy de adentro. De las que no había mostrado desde hacía mucho, mucho tiempo”.
Para reflexionar
¿Con qué cerdito te identificás más? ¿Con el cerdito esforzado y obediente al que todo le sale bien? ¿O con el cerdito desordenado, al que obedecer las reglas le cuesta trabajo?
Si es con el primero, entonces, recordá que él te ama, pero no por tu bondad. Y no menosprecies lo que él ama.
Si es con el segundo, recordá que, en primer lugar… Dios te ama; en segundo lugar… Dios te ama, y en tercer lugar… Dios te ama.
Y Él tiene un propósito con tu vida al que te quiere guiar.
***
¡Gracias por leer este artículo!
Hace dos semanas les presenté el libro infantil Santi vence a su gigante, libro que me pareció una excelente herramienta para disfrutar un tiempo en lectura en familia, y que se puede conseguir en la librería Peniel.
El libro de Sidney y Norman no se consigue actualmente en librerías (yo lo conseguí usado). Pero no quería dejar de contarles el hermoso mensaje que transmite.
De todas formas, de a poco voy a seguir subiendo recomendaciones de libros infantiles más actuales, para las que tienen hijos chiquitos.
¡Un abrazo grande!
Marisol