Mis empanadas favoritas son las de carne cortada a cuchillo.
Para hacerlas, pongo en la Essen un trozo de carne de vaca (descubrí que el osobuco queda muy tierno y sabroso), con un poquito de aceite a fuego fuerte para que se dore de un lado.
Cuando ya está dorado de un lado, lo doy vuelta y espero a que se dore del otro. Ya dorado de ambos lados, bajo el fuego a mínimo y agrego las verduras: cebolla, morrón, cebolla de verdeo… Y por último, los condimentos.
Ya con todos los ingredientes dentro de la Essen, pongo la tapa y dejó que se termine de cocinar a fuego lento, lento, lento, para que la carne quede muy tierna.
Una vez que la carne y todos los ingredientes están cocinados (que, dependiendo del tamaño de la carne, esa cocción lleva más o menos tiempo), saco la carne y la corto o desmenuzo (dependiendo de qué tan tierna esté), y dejo que se enfríe. Así llego al último paso que es rellenar las tapas y poner las empanadas en una bandeja en el horno para que se cocine la masa.

Durante todo el tiempo en que yo estoy cocinando las empanadas, no estoy pensando en lo crudas que están, en lo feas que se ven las verduras sin cortar. Todo lo contrario: disfruto del proceso, de lavar las verduras, de cortarlas, de elegir los condimentos que más sabor le den a este relleno, de escuchar el sonido de la carne cuando se dora en el aceite… Y lo disfruto porque, cuando las preparo, no pienso tanto en que están en proceso sino en el resultado final, en lo que espero disfrutar como almuerzo o cena.
Durante todo el proceso, sí me ocupo de seguir los pasos de manera correcta y en el tiempo correcto para que, cuando termine, la carne esté tierna.
Y cuando estoy rellenando las empanadas no pienso: qué feas estas empanadas, qué feas me salieron, están muy crudas. No, porque sé que todavía falta meterlas en el horno, y que se terminen de cocinar.
Cuando las saco y veo que ya están doraditas, que están jugosas por dentro, que las verduras están bien cocidas, pienso en que todo el proceso se hizo de manera correcta y me alegra no haber apurado los tiempos.
Estamos en proceso
Tal vez pueda parecer que el propósito final de este artículo es pasarles una receta de cocina. Si a alguien le sirve saber cómo hago las empanadas de carne cortada a cuchillo, me alegro. No sé si es la forma correcta, pero así las hago yo y así me gustan.
Sin embargo, qué lindo es pensar que, cuando Dios está obrando en nosotros, no se desanima por vernos “crudos”, sino que tiene los ojos puestos en lo que espera que nosotros seamos.
Qué bueno reconocer que estamos en proceso, que todavía nos falta, que estamos aprendiendo, que Dios necesita seguir poniéndonos en el fuego, sacando de nosotros lo que no sirve, pero que no nos ve como lo que somos sino como lo que vamos a ser, como lo que él espera que seamos.
***
Gracias por leer este artículo. Esta reflexión que escribí hoy junto con la receta me la contó hace poco una amiga (no me quiero quedar con los créditos). Pero me hizo muy bien y por eso la quería compartir.
Si te fue de ayuda, te animo a compartirla con otros.
¡Un abrazo grande!
Marisol